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Lactancia sin reloj: ¿Cuándo amamantar?

Para el recién nacido e infante, la lactancia debe ser a libre demanda. Esto significa que deberá ofrecerse el pecho cada vez que el niño lo requiera, tanto de día como de noche.  Los lactantes buscarán el seno y se alimentarán con la cantidad exacta de leche para satisfacer sus necesidades de crecimiento y desarrollo integral.  Particularmente, los bebes necesitan alimentarse entre 8 y 12 veces al día, y la duración de cada sesión de amamantamiento, varía entre 15 y 60 minutos en las primeras semanas. Esto se traduce en alimentar al lactante cada 1 ½ horas o cada 2 horas.

La fácil digestibilidad de la leche materna y la capacidad disminuida del estómago del lactante hacen de la lactancia un acto muy frecuente y necesario. La lactancia a libre demanda también permite establecer un buen suministro de leche y una sincronización entre madre-hijo mientras que un amamantamiento programado (cada “x” horas y por “x” tiempo) en tempranas estancias es confuso para muchas madres, no responde a las necesidades del bebé y, por consiguiente, podría interrumpir el proceso natural de la lactancia.

La creencia de amamantar cada 3 horas y no antes, fue acogida de la recomendación de alimentación con fórmula infantil. La naturaleza de este alimento y su baja digestibilidad hacen que su suministro deba ser más controlado, por lo que establecer este mismo patrón a la lactancia materna no es adecuado.

Generalmente, es recomendado alimentar al recién nacido cuando presente señales de tener hambre. Algunas de las señales de hambre por parte de los bebés pueden ser: estar alertas, abrir la boca, colocar manos/dedos en la boca, hacer sonidos de succión, buscar el seno de la madre, entre otras. El llanto por otra parte, es una señal tardía de hambre, por lo que es importante identificar estas señales antes de suscitarse una situación en que se dificulte calmar al niño. No obstante, el llanto no siempre es indicativo de hambre. El apego y vínculo íntimo entre la madre y bebé permitirán valorar el tipo de necesidad fisiológica o afectiva.

En torno a los 4-5 meses de amamantamiento, podría surgir un patrón de alimentación más predecible para la madre. Por ejemplo, el lactante empieza a espaciar las sesiones de alimentación en periodos más regulares. Este tipo de avance podría crear un tipo de rutina entre la madre y el hijo, sin embargo, no se puede asumir que la alimentación ya está seteada por un horario. A medida que crece el lactante, el horario de alimentación cambiará de un día a otro y seguirá cambiando según lo requiera su patrón de crecimiento y desarrollo, siendo más frecuente incluso en brotes de crecimiento o en cuadros de enfermedad. Por lo tanto, el seno deberá ofrecerse cada vez que el niño lo pida.

Alrededor de los 6 meses de edad, se introducen progresivamente alimentos complementarios a la dieta del lactante mientras se continúa la lactancia como principal “alimento”. En esta etapa se desarrolla un horario de comidas más estable donde los bebés podrían acoplarse a los horarios familiares, sin embargo, se debe tomar en cuenta al niño como actor principal en su alimentación por lo que se debe atender su horario y no al revés.

En términos generales, es posible que no surja un horario de alimentación constante como se quisiera; sin embargo, seguir las señales de hambre-saciedad y el horario natural del niño es la forma correcta de practicar la lactancia.

¡A alentar la lactancia a libre demanda!

 

BIBLIOGRAFÍA

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